Hace tres semanas estaba tirada en mi cama sin ganas de hacer nada (en realidad nunca tengo ganas)
Lo conocí y todo cambió, tenía ganas, de todo, de cualquier cosa, de lo que saliera. Siempre y cuando estuviera con él.
Sola me
enroscaba, con cosas que, llegado un punto, ya no tenían ni sentido, pero que a mi me pesaban igual.
Necesitaba ayuda para poder salir de
ahí, porque la mitad del tiempo estaba más que feliz y en la otra no quería estar viva.
Y una noche,
así como de repente, una charla, horas hablando, de bajones, de problemas....
Y así, con esa charla, que parece no ser importante, a mi me cambió la vida. Me di cuenta de muchas cosas y entendí muchas otras.
Y ahora estoy
tratando de no perder el equilibrio, porque si bien hay cosas que me siguen poniendo mal se distinguir entre lo que vale la pena que me afecte y lo que no.