Hace tres semanas estaba tirada en mi cama sin ganas de hacer nada (en realidad nunca tengo ganas)
Lo conocí y todo cambió, tenía ganas, de todo, de cualquier cosa, de lo que saliera. Siempre y cuando estuviera con él.
Sola me enroscaba, con cosas que, llegado un punto, ya no tenían ni sentido, pero que a mi me pesaban igual.
Necesitaba ayuda para poder salir de ahí, porque la mitad del tiempo estaba más que feliz y en la otra no quería estar viva.
Y una noche, así como de repente, una charla, horas hablando, de bajones, de problemas....
Y así, con esa charla, que parece no ser importante, a mi me cambió la vida. Me di cuenta de muchas cosas y entendí muchas otras.
Y ahora estoy tratando de no perder el equilibrio, porque si bien hay cosas que me siguen poniendo mal se distinguir entre lo que vale la pena que me afecte y lo que no.
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1 comentario:
Y si, me cabe firmarte en todas y cada una de tus entradas . Me parece perfecto, y soy feliz por vos . Hay que remarla guacho, rememos juntas .
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